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Apoyar la revuelta

Soutenir la révolte, artículo traducido del francés y publicado el 30 de junio de 2023 al calor de los acontecimientos que se están sucediendo en reacción al asesinato de Nahel Merzouk un joven de 17 años. 

Una vez más, la policía ha segado una vida. El vídeo del asesinato de Nahel ha conmovido a más de uno, provocando una gran conmoción de sensibilidades. Reavivando la memoria de atrocidades policiales pasadas. Frente a este horror, la confianza en la justicia y el respeto del Estado han sido barridos del mapa y sustituidos por la emergencia de un bonito sentimiento: la venganza. Este sentimiento es compartido a lo largo y ancho de todo Francia: de Nanterre a Marsella, pasando por Aulnay-sous-Bois, Lyon, Brest, Guayana e incluso Bélgica; la lista es larga. La venganza ha pasado a ser una necesidad.

Estas tres noches de revuelta han demostrado que todavía es posible mantener entrelazados los gestos y las palabras, materializando así el sentimiento común que anima esta revuelta, que aterroriza al orden social, el cual vuelve a verse fracturado. Ante esta situación, el orden social debe reforzar de nuevo la autonomía política y necropolítica de la policía. La presencia de la BRI, el GIGN y el RAID* en las operaciones de mantenimiento del orden demuestra la incapacidad del gobierno para gestionar la situación. Anoche, la BRI, el GIGN y el RAID se vieron obligados a abrir fuego y disparar contra la muchedumbre para tratar de sofocar la determinación de los que se han rebelado.

La potencia que recorre esta revuelta reside en el hecho de que estos jóvenes y no tan jóvenes que se rebelan parten de lo sensible, y en modo alguno parten de la política ni de una ideología cualquiera. Este es el mejor caldo de cultivo para la inteligencia colectiva. Todas estas noches de revuelta han supuesto la ocasión de poner en práctica esta inteligencia colectiva. Algunos ayuntamientos, comisarías, infraestructuras olímpicas, etc., con el despliegue de esta inteligencia, han adquirido bellas tonalidades.

Es en el momento de la revuelta en el que, a menudo, el hecho de vivir en una ciudad adquiere realmente toda su signifación, porque la ciudad ya no se percibe como un espacio ajeno a uno mismo, sino que finalmente se experimenta como la ciudad de uno mismo: de uno mismo y de los demás, los que deciden desafiar su hábitat estableciéndolo como un espacio de conflicto. Los que se rebelan conocen todos los recovecos del barrio y de la ciudad, lo que les permite establecer estrategias adecuadas al lugar y desbaratar así los intentos de mantener el orden. En cuanto al saqueo y la destrucción, no son más que formas de reapropiarse de lo que este mundo tiende a vender y glorificar. De ahí las escenas de estallido de júbilo cuando se revienta una tienda: no hace falta más romperse el culo yendo a trabajar para conseguir ropa chula, basta con pasar por ahí y servirse uno mismo.

El crecimiento exponencial de esta potencia y de su posible metamorfosis dependen directamente de su expansión y proliferación. Cuanta menos centralidad posea, menos poder tendrán las autoridades sobre los rebeldes. Cada ciudad, cada barrio es un foco potencial para esta revuelta y, por lo tanto, un potencial apoyo para la afirmación de la ruptura que se está viviendo actualmente. Todos sabemos lo que hay que hacer, no es necesario explicitarlo mucho más.

* [N.d.T] Siglas, todas ellas, bajo las que se inscriben diferentes unidades militarizadas de las fuerzas del orden y la seguridad del Estado francés y que han hecho su aparición, por vez primera, con motivo de los enfrentamientos que se describen en este texto.